Cosas que si

Las palmaditas de mi abuela en la espalda para hacerme dormir, la voz con reverb de mi mamá cuando me hacía dormir en su pecho, mi papá que siempre que viajaba nos despertaba a la madrugada con un regalo, el Citroën de mami en los '80 que andaba hasta con el olor de la nafta, el patio grande de mi abuela y ese gallinero increíble donde estaban los gallos de riña de mi abuelo, la seriedad de mi abuelo que hacia que cuando reía se me iluminara el mundo, descubrir la lectura de tan pequeña, armar novelas interminables junto a mi hermana con las Barbies que se peleaban por el único Ken que teníamos, la generosidad de mi padre, sus palabras y su interés por la historia del mundo, su voz cantando algún tema de los Olimareños en la ducha, su emoción cuando me escucha cantar, el primer mandado que me mando a hacer mi mamá solita, la despensa de mi abuelo donde siempre había gente joven tomando mates con el, los cuentos de mi mamá ante de dormir, la foto de Gardel en la estantería del negocio de mi abuelo, su radios viejas, su manera de ser, las mañas que me hacía mi abuela, su caja de botones, el primer día de clases con olor a todo nuevo, empezar a descubrir la verdadera amistad de tan chica, tener muchos amigos, ser siempre la dj de las fiestas a los 12, o 13 años y quedarme con el que me venia a pedir música, mis clases de guitarra, el winco viejo de mamá y su colección de discos.

El MELODYN! Una especie de valijita con teclas y micrófono, con el que empecé a ensayar frente al espejo antiguo que tanto me gusta mis primeras canciones (una de Manuela Bravo y Ana no duerme de Spinetta, para equilibrar) que mi abuela me enseñara a observar el silencioso movimiento del jardín, sus insectos, su vida propia, los paseo fuera de la escuela, los primeros años de facultad (tan esperada por mi) las primeras salidas en Buenos Aires sola, los primeros amores, los primeros desengaños, empezar a trabajar de camarera y ganar mi primer sueldo, en ese primer trabajo conocer al poeta Amadeo Gavino, que ojalá algún día se enterara de cómo su poesía me llevo a elegir mi verdadera profesión, las callecitas de buenos aires, el olor a café de mañana temprano de los bares de Av. Santa Fé o Corrientes, la buena gente que siempre encontré, ir los jueves a escuchar la orquesta de tango de bs as, y conocerlo ahí a Garello y a Carlos García, las lágrimas que me regalan todos los adagios y  la música de Piazzola,, conocerlo a Alejandro después de un año de amores desencontrados y que me haya cambiado para siempre la vida pese al separados, dar clases en el campo para lo que me levantaba a las 5 de la mañana para viajar a encontrarme con los mejores alumnos que tuve, cantar cuando estaba absolutamente deprimida , soñar siempre soñar, viajar con el grupo de tango, conocer otros músicos que han cambiado mi visión de las cosas, levantarme cada mañana feliz de lo que tengo, que no es mucho, pero es. Sacar fotos, una nueva pasión, mi hermana menor: Sophía, por quien mataría, mi hermana menos menor, Irene, que me enseña siempre, aunque me rete, mis amigas: Alejandra, Estefanía, Gime, Nati, Mariana, Rocío, Agos, Nora…., el olorcito a tierra mojada cuando empieza a llover, salir a caminar bajo la lluvia, saber que siempre algo me va a sorprender, Elis, Gilberto, Milton, Cartola…me llenaron de música, ser griega, mi orgullosa herencia paterna, tener a mis padres un poco locos , pero tenerlos, poder decir que hago lo que quiero siempre, sin concesiones.